La calabaza es un alimento muy recomendable durante el embarazo ya que, además de aportar mucha energía, contiene numerosos antioxidantes que reducen la inflamación, el dolor, las infecciones y los daños en las células.
Los antioxidantes, que se pueden encontrar en diversos alimentos debe añadirse a la dieta en el embarazo están presentes en gran cantidad en la calabaza, ayudan a proteger tanto a la madre como al bebé frente a factores ambientales (contaminación, luz solar...) e internos.
La calabaza también contiene buenas dosis de vitamina A y C que contribuyen a fortalecer las membranas mucosas, lo que a su vez ayuda a luchar contra las infecciones tanto de la madre como del niño.
Las propiedades beneficiosas de la calabaza son muchas: es rica antioxidantes, como carotenos y betacarotenos, además de contener vitaminas A y C y ácido fólico.
Por último, el manganeso que contiene la calabaza fomenta el crecimiento saludable de huesos y cartílagos, al tiempo que su gran contenido en agua y potasio y el bajo en sodio, la convierten en un alimento ideal para prevenir la retención de líquidos, tan frecuente durante la gestación. Puedes añadirla a tu dieta cocinando deliciosas recetas como las cremas de verduras para embarazadas o haciendo un postre de calabaza al horno con miel.
Semillas y flores de calabaza en el embarazo
Además de la propia calabaza, otras partes de esta rica hortaliza aportan grandes beneficios a la alimentación de la embarazada. Así, las semillas o pepitas de la calabaza son un alimento muy rico que aporta gran cantidad de nutrientes esenciales para el embarazo: cinc, vitamina E, ácidos grasos omega-3 y omega-6... Mientras que las hojas de la calabaza contribuyen a reducir la fiebre o detener la diarrea si se hierven y las flores de calabaza, que son comestibles, contienen calcio, fósforo y mayor cantidad de vitamina C y ácido fólico que la propia calabaza.